Soy un
eterno aprendiz de vivir.
Sigo aprendiendo
cada día de tus palabras.
Aprendo de
tus deseos.
Vivo aprendiendo
de tus gestos y palabras.
Soy el
eterno aprendiz
que piensa
que lo sabe todo,
pero que
cada día
sabe un poco
más de la vida y de la esperanza.
Soy aquel
que vive muchas veces
de las
sobras de la nada.
Pero vivo
cada día
con las
ansias atadas a la espalda
de la
persona amada.
Resucito de
la muerte
que cada vez
me separa de ti,
con la ilusión
puesta en remontar tu silueta
más allá de
donde acaba tu espalda.