Las prisas
son malas consejeras,
y más aún
para digerir
la traición
y el engaño.
Silencio.
No vale la
pena dar un paso más allá
de donde la
razón sabe dormirse.
Lágrimas.
Ni una sola
gota de mis ojos tristes
te harán ver
que la luz me ciega
más que
todas tus mentiras.
Sonrisas.
Necesarias para
saberme vivo cada día,
sin pausas
ni lamentos furtivos.
Palabras.
El arma más
eficiente
que hay
sobre la faz de la tierra.
Hablemos siempre
despacio
y que
nuestras sonrisas
rompan el
silencio
que las
lágrimas pasadas
han dejado
atrás.
Vivamos felices
siempre.