No hay luz
mas fuerte ni cegadora
que la de el
Sol, cuando se esconde
en las
entrañas mismas de la Luna.
Ni hay deseo
más grande en el mundo
que aquel
que desde mis entrañas aflora
y te busca
cada noche y día sin fortuna.
Mis deseos
ya no se esconden
y te llaman
a gritos, en el interior eterno,
que es donde,
con mis deseos, me ubico.
Razones sinceras
que hacen que estos días
no sean, ni
en sombras, iguales para todos.
Para unos,
necesarios, la familia y los luceros.
Pero yo
quiero que las estrellas del firmamento
propicien
ese buen encuentro tan esperado
entre tu
fuerza y la mía, necesariamente húmedo,
donde nuestros mares se fundan en uno solo
y sean el
centro de nuestra vida.