Cuando todas
las luces del cielo
parece que
te iluminan,
llega la
puñalada trapera por la espalda.
Esa puñalada
que duele
más que
hacer daño.
Esa
blasfemia que marca
el duelo
total de la mente.
Dicen que no
daña quien quiere,
pero siempre
se daña a quien te quiere bien.
Menospreciar
la realidad
para buscar
una salida adelante,
pero con la
mente mirando hacia atrás.
Allá donde
las sirenas
eran un
canto de princesas
y la mirada
cálida de mis ojos,
solo buscaba
tus ojos, llenos de deseo.