No huyas.
No te escondas
detrás de
una cortina de humo
que solo amaga
tu impotencia
y miedos a
ser tu misma.
No eres de
nadie,
pero nadie te
pertenece.
Eres la luz
de la Luna
que alumbra
al Sol
cuando
quiere esconderse cada noche
esperando
que llegue el mañana.
Y vigilas cautelosa
el cielo de las
mentes
difuminadas
en la niebla
de las negras
tormentas iluminadas.
No eres de
nadie, y nadie te debe nada.