Sopla la
suave brisa
del cambio
de estación.
Ruge en la
distancia, a lo lejos,
el silbato
del tren de la vida
y los
arboles mueven
sus melenas
al viento.
Alzamos las
velas
y soltamos
amarras
para dar inicio
al viaje de los
placeres.
Rompemos nudos
y comenzamos
a vivir
en el
espacio,
que nos
corresponde.
Soñamos que
el mar nos acoge
y en él,
dejamos
buena parte
de nuestros anhelos.
Sobrevivimos
a tormentas y tempestades.
Lluvia y
truenos.
Viajamos en
busca del puerto
donde puedan
descansar
nuestros
sentimientos.
El placer de
la carne quedó mar adentro.