Y te veo
enfundada en tu traje de amar.
Y te miro
sonreír de felicidad.
Y las
acacias saben que,
entre ambas
miradas existe
la penumbra
del silencio
de quien
admira la belleza de las sombras
mezcladas
con las luces de los rayos de Sol
en un
atardecer próximo al invierno.
Y las
estrofas y los versos se mezclan,
Delatándome entre las brisas de la niebla,
para que
descubra en tus ojos
la mirada
enamorada de la simiente de la vida.
Y vivo, sin
vivir en donde vivo.
Y llamo a
las cosas por su nombre.
Y en el
nombre de la existencia puedo afirmar
que te deseo
entre mis brazos
y que
permanezcas en ellos para siempre.
Que con tus
besos borres las lágrimas tristes
que derramé en
silencio anoche
y que
vivamos en un día sin reproches.
Con el amor
presente entre los silencios
de los que
buscamos que las pieles
se unan sin
nada de por medio.
Sin rencores
y solo con deseos de estar unidas
como se unen
nuestras bocas con los besos.