Nada ni
nadie,
ni
distancias ni lejanías,
ni espacios
concebidos
para parecer
lejos.
Truenos musicales
entonando
delicias del alma
para acercar
nuestros cuerpos
en la luz
del día, al alba.
Que nunca se
separen nuestros deseos,
aunque en
medio haya mares y montañas.
Que el cielo
sepa, con certeza,
que la alegría
de la soledad
se gana con
los abrazos y besos
de la cita
más deseada.
No hay mas
ciego que el que no ve,
que las
llamas encienden rescoldos
y que cuando
algo parece que se apaga,
está
presente el calor de tus ojos.
Y no quema
nada más fuerte
que la luz
de la Luna
cuando
visita tu cama
y te vigila
con ojos atentos,
para
despertarte en silencio,
entre algodones
cada mañana.
Luces y
sombras que se ensalzan,
cuando el
encuentro está más cerca
que, lo que
parece, la misma distancia.