Desde el
destierro de la paz eterna
y con la
mirada puesta
en tus ojos
anhelantes y deseosos,
con la
penumbra incierta del amanecer
que se
atisba en el horizonte.
Luz solemne
que nos abre el paso
al despertar
de las almas.
Caricias en
el pelo
encendiendo
el deseo de las miradas.
Ojos que ven
la penetrante guarida