Calles vacías a lo lejos se ven.
Nada ni nadie detendrá nuestro tren
a pesar de los malos tiempos
que se ven desde el andén.
Respiramos del mismo aire
y compartimos deseos del momento
y nada ni nadie parará los sentimientos
que han aflorado con el tiempo,
Nadie romperá el encanto,
el hechizo con el que un día la Luna
hizo que nos uniéramos para siempre.
Un balón de oxigeno
entre las gentes solitarias
y que unió nuestras mentes
con la cuerda del placer
atando nuestros cuerpos y almas
hasta el final de nuestros días.
Y la tierra seguirá preñada de salitre
hasta que nuestros cuerpos se vuelvan a unir.
