Despertar de la noche
y sentir el sabor a tu piel
reciente aún en mis labios.
Besos furtivos entre sabanas,
aun con tu NO presencia.
Pero siempre dentro de mi mente.
Sentir el roce de tu piel.
Todo me sabe a ti,
a los besos de lenguas cruzadas
que se desentienden del mundo
para vivir en el mundo.
Reconocer el deseo intenso
más allá del fuego interno
y respirar cada día
con la mente puesta
en una nueva cita amorosa
donde las pieles se fundan
entre brumas de placer.
Movimientos acompasados
con el bombeo del corazón
que hace que la sangre
hierva en el interior,
la cabeza fantasee
y el morbo pueda con la realidad.
Sin tapujos, sin barreras,
sin fronteras, sin límites.
Poseer tu piel, pero poseer tu mente
hasta donde el deseo se funde
con la profundidad de tus ojos, pidiendo más.
