y sueño a
sueño,
enfermo del
virus
de tu amor
eterno.
Mi mente se
pierde
entre las
brumas secretas
que surgen
del deseo.
Y no pienso
nunca más allá
de donde mis
pies
pueden tocar
el suelo.
Sé donde
estoy
y, a veces,
sé quién soy.
Pero tu
recuerdo
me envenena
en silencio.
Veneno de
amor
que
compartimos en silencio,
juntos, los
dos de la mano,
con las alas
del sueño más sincero.