Las promesas
son a veces
muy
sencillas de cumplir
y otras
demasiado complicadas.
No voy a
prometerte la Luna,
porque mi escalera
hasta el cielo
se pierde
por el camino,
aunque me
conformo
con que te
sientes a mi lado,
los dos,
debajo de ella
y la
contemplemos abrazados.
Que la noche
fría
se alíe con
nosotros
para
apretarnos aun más
y descubrir
en nuestros cuerpos
los deseos
que aun hay.