Agarrando tu
mano.
Siempre, aunque
estemos lejos.
En la
distancia y en la proximidad.
En lo bueno
y en lo malo.
Siempre nuestras
manos juntas,
cruzándose nuestros
dedos
hasta sentir
que mis latidos son tus latidos
y que los
tuyos marcan el ritmo de mi corazón.
Caminar,
ahora más que nunca,
el camino
largo que nos queda.
Sonreír a
las adversidades,
pensando en
lo mejor que está aún por llegar.