se abre paso
entre copas de vino.
La luz de tu
cuerpo se refleja,
por
instantes, en mi retina
y
acompasadamente me hace acercarme,
sigilosamente,
a tus espaldas.
Mi cuerpo se
acerca al tuyo
y tu calor
lo envuelve entre tinieblas.
El color de
tu piel acaramelada
enciende en
mi la llama del deseo
que hace que
sutilmente,
sin
esfuerzo, penetre en tu interior
y me quede,
pausadamente
disfrutando
del momento.
El roce de
las pieles es lo que importa.
Tu y yo… con
gemidos y jadeos.
Clímax de
los cuerpos