y lancémonos
al abismo
para
encontrar en la caída libre
los rincones
mas deseados
que existen
entre el corazón y el cerebro.
Abandonemos
la penumbra del miedo
y dejemos
que nuestros cuerpos
se fundan como
el hielo
roto por el
calor del deseo.
Amémonos,
sin silencios.