majestuosa
con el
recelo de la noche pasada,
descubriendo
al despertar
que ella aun
nos vigila.
Mis ojos la
miran
y viéndola a
ella
aun veo el
reflejo de tus ojos.
Poco a poco
el amor me oxigena,
el roce de
tu piel me devuelve
a la
sinceridad del momento del placer
y te
conviertes,
por horas,
en la hija de
la luna y el sol.
Yo seré, si
me dejas…
el amante de
las estrellas.