con el
viento siempre presente,
con las
luces encendidas
a la espera
de la oscuridad
que las
estrellas alumbraran.
Caminar siempre
con paso
firme y aguerrido.
Descubrir en
un instante
que la
distancia no existe
cuando nuestros
labios están unidos.
El tiempo no
es cuestión de segundos
de días o de
horas de meses o de semanas…
el tiempo
nos pertenece a ambos.
Lo medimos
por cada uno de esos momentos
que
recuperamos con nuestros abrazos sedientos
de darse
hasta el último aliento.