Ausencia de
ruidos.
Solamente tu
respiración y la mía
al mismo
ritmo.
Latidos.
El lenguaje
acompasado del deseo
en un solo
sonido.
El corazón
no engaña
y nos muestra
a cada paso
lo que hay
en nuestra mente
escondido.
Un ritmo
frenético que es,
sin ninguna
duda, el ritmo de nuestro destino.