En el
vespertino encuentro,
entre las
sabanas blancas,
descubro la
imagen de la noche anterior,
retozando
los cuerpos
Inesperadamente,
vuelve el
aroma a deseo
que invade
mis adentros
con la
necesidad
de entrar y
salir de nuevo
del mismo
torbellino
que me ha
dejado cansado
hasta el último
poro de mi piel.
Tus manos
siguen acariciándome
como si no
quisieran dejarme marchar
e
inesperadamente el viento
sonríe de
nuevo.
El frescor
delata a la luna
en el centro
de mis retinas
y en las
tuyas veo reflejado
el ardor de
un encuentro que se repetirá.