Rompiendo
las cadenas.
Borrando los
gritos.
Alcanzando nuevos
peldaños
con el deseo
voraz
de que el
mundo sea mío,
nuestro, de
los dos.
No existen
flores raras
solo son
miradas inoportunas
en momentos
difíciles.
Y el cielo
sigue siendo azul,
como el mar,
azul.
Los montes
recobran su verdor,
y en mis
ojos tu imagen desnuda
se vuelve a clavar
en la retina.