donde el
reloj se detiene
hasta que
los ojos se abren
y nos
volvemos presentes.
Un impás en
el horario,
para amarnos
sin calendario
ni prisas
innecesarias.
Una necesidad
de querernos
entre las
brisas del mar.
Un saber que
somos,
amándonos en
cada sitio donde estamos,
sin
importarnos nada más
que el calor
de nuestros cuerpos.
Amor con
acento marcado
del deseo
que tenemos ambos.
Amar como
locos
en la locura
cuerda
de los que
somos Dioses de la piel
y amantes de
los besos con sabor a miel.