la historia
de Eva y Adán.
Yo salí al
rellano de tu vida
para
preguntarte sin desmayo
las cosas
que al oído
sonaban con
amor
por las
luces escondidas
detrás del
mirador.
Tu cuerpo se
dibujaba desnuda
en la retina
de mis ojos
y entre beso
y beso
bebíamos vasos
de cerveza.
Y aun no era
el tiempo
de que te
contornearas
para que la
libido de mi cuerpo
subiese cada
instante más alta.
Como adoro
tus caderas
cuando se
mueven al ritmo de mis penitencias.
Cada día le
pido a Dios
que tus ojos
sean la fuente de todas mis lindezas.