Entrar en la
cafetería
e ir hasta
la mesa de siempre
y encontrarme
con tu mirada
frente a mí,
cercana, a mi lado
y saborear,
a sorbos pequeños
el momento
de tu presencia añorada.
Un café más
amargo
que los cafés
normales
pero con su
toque especial
que hace que
el momento sea eterno.
robados al
aroma del lugar.
Mi piel se
eriza con los pelos de punta
y tu calor
me enciende.
Descubro que
a pesar del café,
el sabor de
tu boca es el mismo de siempre.
Te necesito
desde el primer sorbo
hasta la última
gota.