y que se
dedican mimos entre ellos
hasta
estremecerse
en la lujuria de los tiempos.
Necesidad de
tocar y ser tocado,
deseos
ardientes entre gotas de sudor.
Manos que
recorren, de forma pausada,
los recodos
del otro cuerpo.
Gritos,
gemidos, acompasados deseos
que con
ritmo suave pasan a ritmo enfurecido.
Plasticidad de
la mente
interpretada
por la batuta de los dedos.
Sin pudor
alguno,
orgasmos llenos de más deseos.