Esta noche estaba triste
y vino la Luna a verme,
a contarme en silencio
lo mucho que me quieres.
Y me levante de la cama
y me fui con ella a cuidarte
porque el tiempo nos separa
pero nos une el sentimiento.
Y desde la otra parte de tu ventana
te estuve meciendo y acariciando,
descubriendo una vez más
los rincones de tu deseado cuerpo.
Y la Luna era testigo, en silencio,
de mis deseos más humanos.
Y me sentí Dominador del mundo
y todo estaba a mis pies
y te note en posición sumisa,
deseando obedecer y darme placer.
Y los cielos no se rasgaron,
ni a nadie le sorprendió.
Y tu cuerpo y mi cuerpo se fundieron,
en un momento, en uno solo los dos.
Nos mojamos de placeres y sudores,
y vivimos con inmensa intensidad,
el momento más deseado
y el que nos llenaba nuestra soledad.
Y disfrutamos sin remedio
de la atadura de las mentes
y nuestros cuerpos acabaron en el suelo,
radiantes, felices y sonrientes.
Y llego la madrugada
y con ella de nuevo el sol
que no pudo evitar tener que limpiar
los restos de nuestra pasión.
Eso si es sentimiento
lleno de emoción
porque hasta en sueños
los dos somos capaces
de ganar la batalla del amor.
