Ya sin ganas
de bailar.
La vida no
solo no es como me la imaginaba hace poco,
sino que más
bien la vida no es nada.
Sin sentido
ni razón para avanzar
y solo con
la necesidad de respirar
para poder
sobrevivir a las mentiras
que durante
tanto tiempo me he creído.
Mentiras que
dañan y no nos sirven nunca de consuelo.
Un mundo
repleto de falsedad e hipocresía.
Lleno de
falsos diagnósticos y sin receta.
Y sobretodo…
lleno de palabras vacías
como cuando
decías amor por decir solo amor.
Palabras que
se lleva el viento colándose en tu voz,
a ninguna
parte y que no se guardan en ningún cajón.