Al ritmo
marcado por las mareas.
De ida y de
venida.
Subir y
bajar.
Realizar el
largo camino a ninguna parte.
Allá donde
la orilla rechaza a la ola
que vuelve a
ella de forma constante e insistente. Deambuleando a través del espacio y del
tiempo.
Moverse,
despacio, sin rumbo ni sentido.
No encontrar
explicación alguna
ni al
espacio ni al tiempo que transcurre rápido.
Reintentar descubrir
de nuevo las flores
Que en su día
se quedaron en el camino.
Un largo
camino de besos y rosas
que los
versos retratan en silencio.
Sin principio
ni final…
solo con la
constancia de seguir adelante.
Aunque duela.
Y duele
mucho, hasta el amor.