Miradas
del momento
amargo
de la
realidad escondida
en la
desesperación inerte
de quienes
buscan, silenciosamente,
dañar con
palabras.
Mentirle al
silencio no es fácil.
Ni mentirle al corazón.
Llorar lágrimas
de oro
con la riqueza
que te espera
aunque no
seas capaz
de reconocer
a quien bien te quiere.
Lágrimas doradas
que mienten
que solo
huyen hacia adelante
para que no
te robe nadie
la seguridad
de ese instante
en que dañas
con el engaño
del amante
desesperado
que huye sin
mirar a nadie
para
quedarse donde esta eternamente.