cargado de sueños
y promesas eternas
por el lago de los deseos,
pero el mal tiempo
y el mal viento lo han hundido,
en silencio,
en el estanque de los viejos anhelos.
No surcará más aguas
el velero de mi aliento.
Se apaga en silencio
y se hunde en el estanque de barro
donde las aguas cristalinas
se han evaporado
y solo queda el lodo negro.