El momento exacto de admirar
como administras tu deseo
y como tu cuerpo se endurece.
Observar desde mi sitio
como tu piel se eriza
y como te estremeces
con cada una de tus caricias.
Saborear con mis ojos
la delicadez de tu cuerpo
semidesnudo, que poco a poco
va perdiendo la vergüenza
y aquello que lo cubre.
Movimientos rítmicos, acompasados
por tus dedos laboriosos,
ágiles y maestros, que saben
hacerte experimentar
cada pedazo de tu deseo.
Abierto al placer que me ofreces,
aprendo cada día de tu cuerpo.