Necesidad de sentir
como la atracción de nuestros cuerpos
parte desde los ojos
hasta las zonas más intimas.
Besos que se encienden
con la realidad del contacto de las pieles.
Pieles que se erizan
con el deseo innarrable de la vida
que contamos en cada encuentro.
Vida que viene y que va
pero que incrementa vorazmente
las ganas de hacer realidad
todas y cada una de nuestras fantasías.
Sometidos a los silencios
que se rompen con gemidos de placer.
Placer por placer que nos hace
sentirnos amados a cada instante.
Amor sencillo y sin metáforas,
entre pieles doradas y sábanas blancas.