sin rabia
contenida
pero con la
fuerza necesaria
para mover
las banderas de la mente.
Suena implacable
entre las
ramas de las palmeras
y el olor a
sal del día
hace que el
calor
se convierta
en insoportable.
La levedad
de la esencia pura del deseo
se ampara
entre las sombras escasas de las ramas
y permite
que el azote del placer
descanse
entre las sabanas mojadas.
Días de
poniente con sabor a verano.