del viejo jardín de la alegría,
donde las flores embellecen,
a cada instante,
cualquier esperanza dormida.
Allá donde los azahares
se mezclan con las rosas,
rojas del corazón
y las luces de la memoria
nos recuerdan
donde estamos hoy.
Y podemos mirar adelante,
con un recuerdo del presente
y hacer que nadie borre
la senda de los amantes
de las formas dulces
y del caminar, juntos, con calma.