me despierta… suavemente
hasta ruborizar mis propios sueños.
Amanece, que no es poco,
y mi mente vuela donde la Luna
dejó esta pasada noche
nuestra conversación de placeres reales.
Camino desde mi cama a la ventana,
para poder ver el espacio que, hoy,
el día nos regala, y que compartiremos
con el sol hasta que regrese,
más tarde a meterse en su cama.
Y el nuevo resplandor
nos hará encontrarnos de nuevo,
con la noche, en la cama,
con las estrellas cuidándonos,
aunque estemos en la distancia.