de aquellos
que no se atreven a expresar,
ni en
público ni en privado,
sus
sentimientos.
El silencio
que ensordece
a aquellos
que tienen miedo
a ser
descubiertos por los demás.
Desde la
ignorancia de la eternidad
que con paso
firme intenta castigar a los amantes.
El deseo y
la entrega
existen
entre nosotros mismos.
No importa
lo que digan o lo que piensen,
ni tan
siquiera la forma de amarnos.
Nuestra
entrega
está por
encima del bien y del mal
y solo a
nosotros nos pertenece.
Sin
silencios, con gemidos,
sin miedos,
con placer.