aquellos
viejos versos del poeta cansado
en los que
las palabras
cobraban un
nuevo sentido.
Pedazos del
firmamento
escondidos
entre letras
cual notas
musicales en el concierto eterno.
Caricias solemnes
que hacen
que mis dedos escriban o interpreten,
de forma
indiferente,
los
recuerdos pasajeros de mis encuentros contigo
bajo el
cielo eterno de un plácido día de primavera,
al lado del
mar, escuchando mezclarse
las olas con
los latidos de tu corazón,
con la respiración
de tu deseo
y con los
gemidos de tu cuerpo.