Cerrar los
ojos
y dejar que
la suave luz del cielo,
al
despertarse, me acaricie la cara.
Sentir ese
calor suave
la que con
la mía contacta.
Esperar el
momento deseado
de poder verte
envuelta
entre las
brumas de la mañana
en un parque
solitario
de una
ciudad no demasiado extraña.
Retener en
mi retina
esos
instantes vividos
entre las
sabanas de la cama
y
enternecerme con los anhelos
de aquellas palabras
tan deseadas.
Sentir cada
impulso
que hace que
de tu boca
salgan esas
silabas
que forman
las palabras añoradas.
Escucharte decir
te quiero
y esperar
que llegue la noche más deseada.