Amarte
salvaje.
Sin
miramientos ni preguntas,
solo con el
deseo
de dos
cuerpos enamorados
y dos mentes
desatadas
en busca de
placer
inmenso e inacabable.
Que nuestras
pieles sientan
lo que
desean con anhelo
y las marcas
queden en cada jirón.
Que nuestras
lenguas
se unan
voraces y desatadas,
para atarse
con su saliva
y permanecer
juntas en el tiempo.
Que nuestras
miradas se fundan
con unas
pupilas necesarias
en el acto
del placer supremo.
Que nuestros
cuerpos se acoplen
allá donde
acaba la espalda
y empiezan
los nudos con las piernas
del momento
de penetrarse entre ellos.
Placer sin
más.
Salvaje deseo
de amar y ser amado.