encontradas en el interior
de la propia mente despierta,
donde anidaban aquellos deseos
esperando el momento de surgir,
cual torrente de placeres ocultos. .
Mirar con los ojos vendados
y descubrir tantas veces
vibraciones escondidas
tras los armarios de las paredes
de la estancia perfumada del cerebro.
Escuchar como grita el viento
de forma ahogada y profunda,
cuando mis manos recorren
cada centímetro de tu cuerpo,
y como renacer a la mañana
sin poder contemplar
la misma luz del día.
Y al final, cuando se hace la luz,
quitar la venda que me refugiaba
y descubrir que esos sentimientos
surgen de ti, atada a mí, mirándome a mí.