Una tarde cualquiera.
Sin saber ni donde, ni cuando,
ni el cómo, ni el porqué.
Nuestras miradas se cruzan
en medio del café de los sueños
y allí nadie nos ve.
Y las horas pasan
y el pulso se acelera
y te busco entre las sombras,
donde nadie más te espera.
Y mi respiración se agita
por encontrar tu cuerpo desnudo.
Y te derrites, y me vacío
allá donde pintamos claroscuros
en los lienzos de tu piel.
Allá donde nadie nos ve.
Y tatuaré mi piel en tu piel
para que no se borren nuestras ganas.
Y dejaremos a la Luna que nos vigile
Hasta que llegue la madrugada