es quizás
aquello que tanto quería,
aunque no
sabía que sucedería.
Ser la
sombra que se desliza
en la
penumbra de la noche
se mete en
tu cama a solas
para
acurrucarte con sus roces.
Saber que
crecer
no es sinónimo
de envejecer.
Es saber
viajar por el tiempo
para poder recorrer
a cada instante
cada
centímetro de tu piel
y sentir que
forma parte de mi piel.
Sentir como
mis dedos
dibujan tus curvas
por momentos
y tus manos
dejan un mapa de placer
dibujado en
mi espalda.
Meter la
mano debajo de tu falda
se llenan de
esperanzas.
No es
necesario que las olas
vayan y
vengan en el mar
porque el
deseo de estar el agua en él
permanecerá
siempre intacto.
Así es mi
sueño eterno.
Descansar contigo,
a tu lado,
con el
placer de las luces apareciendo
para
guardarnos de los males
que acechan
y que sabemos capearlos.
Luchar contra
vientos y tempestades
sabiendo que
la lucha tiene sentido
y saber que
aunque salga el sol,
la Luna nos
cuidará entre algodones,
para saber
que nuestra presencia
se mantiene por
si sola,
solo con
nuestros amores.