No seas infiel a tus pensamientos.
Dentro de tí anida un mundo
en el que no hay lugar para nada
que no sea la razón de la sinrazón.
Las luces de los sentimientos
se acumulan en tu cabeza
y ríos de deseo corren por tus venas
subiendo a tus pensamientos
y buscando anidar en tu cuerpo.
Tu cueva se humedece, despacio,
con la sensación de mojar mi cuerpo
y el deseo de estar en los pensamientos,
libre para avanzar de forma cautelosa
entre tus dos torres de sensibilidad.
Y alcanza con ellas la cima del clímax
que se esconde aun en tu mente
pero que desciende suavemente hasta
el infierno de tu entrepierna.
Quémame como solo tú sabes.