Porque no
hay camino más deseado
que aquel
que empieza en tus labios
y acaba
justo entre tus caderas,
allá donde
empiezan tus piernas.
Porque no
hay misterio más alegre
que el
silencio de mis dedos
Porque los
sueños de la Luna llegan
hasta tu
entrepierna donde se queda
el gustito
para mis orejas
cuando se
sumerge mi cabeza en tu cueva.
Porque el cielo
se estremece
con tus
gemidos de princesa vikinga,
con sus
ganas de placer intactas
y sin
olvidar su propia autodefensa.
Porque tus
piernas saben moverse
al ritmo que
solo tu deseas.
Abrir y
cerrar permanente, de ojos,
con los
gritos del silencio
entre tus montes erectos.