Descubrir,
como si fuesen nuevas,
cada curva
de tu piel
y
sobreponerme al deseo de la mirada intensa
con la que
penetras en mi.
Buscar un
sitio donde meterme
y dejar que
el sonido salvaje de tus gemidos
me llenen
mis pabellones auditivos de deseos
que hagan
que incremente mi ritmo en tu interior.
Encerrarme entre
tus piernas
y dejar que
fluyan flujos de deseo y pasión
que nos
llenen los sueños de instintos salvajes
que sean
capaces de destrozarnos hasta el agotamiento.
Agitar me dentro
de ti
hasta que
las paredes de la cueva del placer
me devuelvan
todo mi esfuerzo en forma de clímax.
Placeres que
se habían aletargado
y que de
repente explotan, el de uno sobre el otro.