La razón de
lo real anida
donde el
temblor de la tierra
sacude nuestras
entrañas.
Allá donde
la luz es ciega
como las
sombras del alba.
Donde el
sentimiento se esconde
con el
sonido del tambor del alma
y con el
corazón en su sitio,
sin dañar ni
de frente ni de espaldas.
Porque mi
corazón es latidos,
a pesar de
las cicatrices
que lo
llenan de marcas.
Porque así
lo he decidido.
Mi corazón
ama,
pero también
siente,
también se
le daña.
Pero ante
todo siempre,
haré las
cosas que el corazón manda.