Silencio.
Compartido
conmigo mismo
detrás de la
ventana.
Donde el
temporal no llega
ni la lluvia
moja mi mirada.
El cristal
se rompe,
entre vaho y
gotas de sudor
que resbalan,
allá donde
el silencio
vuelve a
crecer de madrugada.
Porque
anhelo tu cuerpo desnudo
y tus gotas
de sudor
mojándome la
espalda.
Y tus besos
y caricias
desnudas por
la mañana.
Porque el silencio
ensordece
cuando se
añora a quien amas
y se rompe
pausadamente
cuando, con
los ojos cerrados,
recuerdo el
latir de tus gemidos
con la mente
cerrada.
Vuelve el
silencio,
pero tu vendrás
con la luna deseada.
Y te atare a mi, para mi felicidad.