Después de
la tormenta la sonrisa,
después del
llanto la esperanza,
después de
la calma las prisas,
después del
silencio la risa desmesurada.
Porque voy a
escribirte
el poema más
hermoso del mundo
y cautivarte
en cada segundo.
Ese poema
que solo se escribe
con mis
dedos en tu espalda.
Con los
labios de ambos juntos,
tocándose de
madrugada
y las lenguas
entrelazándose
de forma tan
desesperada.
Cuando el sudor
va mas allá del sudor
y el placer
es solo placer
escrito con
fuego efímero
en la guarida
de tus entrañas.
Donde no
quema el fuego,
pero allí anidan
las brasas
del fuego
encendido con placer
de líneas enamoradas,
en el
momento en el que todo quema,
pero no arde
nada.