Duele la
distancia
más allá de
los kilómetros.
Duele más
allá
que los
propios silencios.
Duele el ser
y no estar
más que el
estar y no ser.
Duele el silencio
que ensordece
y baja las
palabras a ras del suelo.
Y a pesar
del dolor de la distancia,
un hilo
invisible nos ata
entre
deseos, brumas
y palabras
de respeto
entre la
mente abierta del deseo.
Olvidaremos algunos
años
enteros de
nuestras vidas
pero habrá
momentos
que siempre permanecerán.