Nunca seré
capaz
de repetir palabras tan bien sentidas
como
aquellas que,
en un
momento de fuerza interna,
pueda
decirte al oído.
Jamás dará
el sol tanto calor
como el que
sale de tus entrañas
para
derretir entre tus labios
el fluido
del bastón de las hadas.
Porque el
suelo quema a cada paso
que dan
nuestros abrazos,
y nuestros
dedos se convierten en brasas
que penetran
en el oscuro silencio
de la cueva
habitada del deseo de la mañana.
Porque
quemas por cada uno de tus poros
cuando
escuchas y te encienden mis palabras.